Los últimos niños que salieron solos de casa a jugar
Fuimos los últimos niños que salieron solos de casa a jugar. A la hora de la cena, los padres preguntaban dónde habíamos estado y qué habíamos hecho. Nosotros respondíamos "por ahí" y "cosas".
En aquella época, y más si vivías en un pueblo, ser niño era un trabajo a tiempo completo.
Desde buscar nidos, hacer comidas con barro, pescar renacuajos y coger moras, hasta compartir el bocadillo de la merienda con tu perro.
En algún momento entre nuestra infancia y la de nuestros hijos, estas actividades tan cotidianas para cualquier niño, desaparecieron.
El tiempo libre se convirtió en un bien escaso que había que administrar haciendo cosas de provecho, para labrarse un futuro.
Pedagogos, psicólogos y otros profesionales que están en contacto con niños, advierten que los primeros años de vida son decisivos para desarrollar todo su potencial. Y que el juego es la herramienta más importante para conseguirlo:
"Los aprendizajes más importantes se producen a través del juego" (Francesco Tonucci, psicopedagogo).
"Jugar es el trabajo de los niños" (María Montessori, médica pedagoga creadora del Método Montessori de Educación, centrado en las necesidades evolutivas de los niños a cada edad).
"Las cosas que los niños aprenden por iniciativa propia durante el juego, no pueden ser aprendidas de otra manera" (Peter Gray, psicólogo).
También, estar al aire libre. Las experiencias en el medio natural tienen un gran impacto para el aprendizaje de los niños.
En la naturaleza están pasando cosas continuamente, y todo tiene un porqué. Su ritmo pausado calma el estrés y la agresividad. Los sentidos se agudizan, la atención y la concentración aumentan y la actividad física es constante.
El periodista y escritor estadounidense Richard Louv acuñó el término "Síndrome por déficit de naturaleza" en su libro "Los últimos niños en el bosque" (2005). En él muestra las investigaciones que destacados científicos han llevado a cabo, demostrando que la exposición directa a la naturaleza es esencial para el desarrollo humano, especialmente de los niños. Y que su falta tiene consecuencias negativas a nivel físico y psicológico.
Hace muchos años, Miguel Delibes en su libro "El camino" (1950) mandó a Daniel El Mochuelo lejos del pueblo a estudiar, para que progresase. Ojalá los niños ahora puedan hacer el mismo camino, pero de vuelta.